
Carta de una lectora
Estimada persona que me lees, pensando cómo contarte lo que anda en estos momentos por mi cabeza referido a los libros, se me ha ocurrido escribirte ¡una carta!, el colmo de reliquia de lentitud en estos tiempos que van a toda mecha.
De modo que aquí estoy, escribiéndote tranquilamente apoyada en un álbum enorme (ideal como soporte) que se titula Carta a un hijo de Rudyard Kipling (Edelvives, 2009), que no sé si conoces. El poema-carta empieza así:

Si puedes estar tranquilo cuando todos a tu alrededor
han perdido la cabeza y te culpan por ello,
si puedes confiar en ti mismo cuando todos dudan de ti
y, sin embargo, no desprecias sus dudas…
Y después de unas cuantas estrofas más, cargadas de sentencias interesantes, en un estilo un tanto grandilocuente, Kipling termina diciendo:
… Si puedes llenar el minuto implacable
con sesenta segundos que valgan la pena
tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella
y -lo que es más- ¡serás un Hombre, hijo mío!
Qué maravillosa es la lectura, espero que tú también disfrutes con ella. Para este cumpleaños una amiga me ha regalado el libro de aforismos de Carmen Canet que se titula Olas (Isla de Siltolá, 2020). He aquí algunas de sus frases referidas precisamente a los libros:
- Los lectores se parecen al viento, remueven hojas.
- Las soledades pobladas de libros ya son otras soledades.
- La importancia de releer libros. Es memoria y sorpresa. Y también reconocernos en el tiempo.
- Una casa con libros da la misma serenidad que el mar.


También ha llegado a mis manos Tino, un mirlo en mi jardín, texto e ilustraciones de Nicolas Jolivot (errata naturae, 2025), un precioso álbum sobre las observaciones que el autor realiza desde su jardín a una familia de mirlos, a los que termina incluso poniéndoles nombre: Tino, Tina y Tinito. Un libro que sin duda viene a redondear la entrada en la que hablé precisamente de estos divinos cantores.
El libro del mirlo Tino llegó junto a este otro, que todavía no he leído, y que asimismo abunda sobre mi confesado amor por los pájaros: Diez aves que cambiaron el mundo. La historia de la humanidad a través de las aves, de Stephen Moss (Salamandra, 2025). Como me gusta leer ensayo, el título promete mucho. Ya te contaré.
También me han caído del cielo dos novelas. Una, Las gratitudes, de la autora Delphine de Vigan (Anagrama, 2021). Esta historia, que por momentos resulta conmovedora, presenta a una señora mayor que quiere encontrar, antes de perder las palabras, y con ellas la memoria, a la familia que la acogió de pequeña durante la guerra y de la que no volvió a saber nada. Para darles las gracias, ni más ni menos.
Y esta otra, La sociedad literaria del pastel de piel de patata de Guernsey (Salamandra, 2018). Por cierto, su título es tan largo que cuando lo encargué para regalarlo a mi vez, la amiga librera me puso en el mail para avisarme de que ya le había llegado para que me pasase a recogerlo: Aquí tengo La sociedad bla, bla, bla… ¡pordios, qué título! Y claro, me hizo bastante gracia.
Su autora, la norteamericana Mary Ann Shaffer necesitó por razones de salud la ayuda de su sobrina Annie Barrows, también escritora, para finalizar esta su primera y lamentablemente también última novela. La sociedad literaria de la que trata (¡qué ganas de montar una!) es una novela epistolar simpática y ligera -ideal para corazones doloridos- sobre la compañía que hace la lectura en tiempos de crisis.
Y, ahora sí, lo confieso: este libro -armado en su totalidad con una carta tras otra- ha sido el causante, por contagio, de que te lleguen mis palabras en formato postal. Una carta que espero te haga sonreír, y acompañe en el ratito que te dure su lectura.

Por último, a modo de despedida, vaya este buen deseo avalado por el filósofo romano Cicerón:
Si cerca de la biblioteca tenéis un jardín, ya no os faltará de nada.
¡Vale!
Postdata:
La librera amiga suele tener el detalle de regalar en cada compra un papelito, enrollado y con su lazo, con un texto -poema, cita- inspirador. En esta ocasión, he tenido la suerte de haber recibido de su mano el siguiente:
Mi abuela me decía:
En la vida ni se gana ni se pierde,
ni se fracasa, ni se triunfa.
En la vida se aprende, se crece,
se descubre, se escribe, se borra.
Y se reescribe otra vez,
se hila, se deshila y se vuelve a hilar.
El día que comprendí que lo único que me voy a llevar es lo que vivo,
empecé a vivir lo que me quiero llevar.
Vía internet: Poesía Purépecha “Mexica Teahui”. Se desconoce su autoría. Mencionado por Enrique Cardoso.























