El poder del “encuentamiento”
Revista EDUCACIÓN Y BIBLIOTECA, Nº 142
Una mañana de 1983 alguien llamó a Estrella Ortiz para hacerle una proposición de lo más singular en aquellos tiempos. Era Blanca Calvo y quería que contase cuentos en la Biblioteca de Guadalajara. Estrella dijo que sí a pesar de no haberlo hecho nunca (lo de contar en público) y ni tan siquiera haberlo visto hacer. ¿Cómo sería eso de contar cuentos en una biblioteca? Para empezar, leyó todo lo que pasó por sus manos, que fue mucho, y se empapó de todas las historias que circulaban entre las estanterías. Pero ¿cómo hacerlo? ¿cómo contar? Estrella, con una formación pedagógica y teatral, no se lo imaginó de otro modo que buscando la ayuda de un personaje fantástico, alguien que hiciera de mediadora entre ella y los niños y niñas. Así fue como nació la bruja Rotundifolia. Bajo el aspecto y la piel de Estrella, Rotundifolia comenzó a narrar historias.
Desde entonces han pasado algo más de veinte años. A fuerza de responderse a tantos interrogantes y siempre atenta para reflexionar sobre su propio quehacer, Estrella tiene la satisfacción de haber escrito el libro Contar con los cuentos y haber participado como co-creadora del Maratón de Cuentos de Guadalajara, iniciado en 1992. Rotundifolia, mientras tanto, se ha ganado el afecto de un sinfín de niños y niñas, motivo suficiente para sentirse más que satisfecha. En estos años, fundamentales en nuestro país para el desarrollo del arte y oficio de contar cuentos, han vivido una aventura continua, con muchísimas experiencias y lugares -bibliotecas, centros culturales, escuelas –por donde las dos, fundidas en una, han dejado sus cuentos. Juntas han tenido una evolución singular: del disfraz inicial de Rotundifolia no queda nada, salvo algún toque ligero hacia lo extravagante; y la idea de bruja se ha estilizado de tal modo que en muchos lugares ha sido conocida como el hada Rotundifolia y en la actualidad el personaje ha pasado a ser persona y se llama sencillamente Rotundifolia o, para mezclarlo del todo: Estrella Rotundifolia. Después de tanto movimiento sólo han permanecido los cuentos y el ánimo alegre e ingenuo a la hora de plantearlos. Entre ellas han desaparecido las dicotomías externas y se han interiorizado sus papeles de tal modo que ahora trabajan a medias: Estrella es quien cuenta, pero el espíritu lo pone Rotundifolia. Han llegado a un entendimiento perfecto con una salvedad: el momento de hacer las maletas. Mientras Rotundifolia no tiene problemas a la hora de llenar el equipaje con libros y más libros y algún que otro invento de los suyos, la encargada de transportarlo todo es, invariablemente, Estrella.
Si bien cuando cuentan siempre están juntas –son una, para ser exactos- en la vida diaria resulta difícil convocarlas a la vez. En esta ocasión, y en exclusiva, hemos conseguido reunirlas en una especie de entrevista-diálogo-soliloquio. Aquí lo tienen:
ESTRELLA- Desde luego que sí, el tema del equipaje es una auténtica injusticia. En realidad, siempre me tocan a mí todos los asuntos prácticos. Como éste, el de la entrevista. A ver, Rotundifolia, comencemos de una vez.
ROTUNDIFOLIA – Si la cosa es empezar… yo empecé siendo bruja. Pero se me daban muy mal los encantamientos convencionales y las otras brujas se reían de mí. Hasta que un día me harté, y como me gustaban los niños y niñas y los cuentos… pues me vine a las bibliotecas a practicar otro tipo de magia.
ESTRELLA – Dirás que te llamé y por eso viniste.
ROTUNDIFOLIA – Pues eso, que aparecí y empecé a contar cuentos. No sé los años que tengo. Sólo sé que Estrella me puso nombre a principios de 1984. A ella le gusta mucho leer y trabaja con ideas raras que se llaman objetivos, pero los cuentos los cuento yo.
ESTRELLA – Siempre me han emocionado los libros, por eso me encuentro tan a gusto en este oficio y me parece de lo más natural animar a que la gente lea. Para mí ha sido y continúa siendo una satisfacción hacerlo, y me divierte ayudar a descubrir y promover ese placer en los demás.
ROTUNDIFOLIA – Hablando de gustos, a mí lo que más me entretiene es suscitar las chispas de magia que brotan de las palabras. Porque las palabras tienen poderes, muchos poderes, bastantes más de los que nos creemos habitualmente. Y el que más me gusta es el “poder de encuentamiento”. Sus efectos se pueden comprobar cuando al narrar una historia, ves que los oyentes tienen las bocas abiertas, como si las palabras entrasen por ahí, y no por las orejas como todo el mundo sabe.
ESTRELLA – Pues sí, el asunto de las bocas abiertas me gusta. Bocas abiertas, pero silenciosas. El silencio es otro tema interesante y muy necesario para dejarse arrebatar por la magia. Además, seguramente el mejor método para aprender a escuchar y, como resultado, para aprender a respetar a los demás.
ROTUNDIFOLIA – Una historia muy antigua dice que en el principio fue el verbo, la palabra; pero en el principio de antes del principio, digo yo que lo que habría sería el silencio.
ESTRELLA – Y que lo digas, sólo sobre el silencio la palabra tiene sentido.
ROTUNDIFOLIA – Sólo sobre el silencio la maravilla se cuela por las bocas abiertas como una inspiración afortunada. Vaya, por tu culpa nos hemos puesto poéticas. Estrella, vamos a centrarnos, volvamos a la entrevista: ¿tienes coche? ¿te gusta el pan con aceite? ¿cuántos años tienes? ¿qué cosas te gustan hacer?
ESTRELLA – Para, por favor, ni que fueras una niña, quieres saberlo todo.
ROTUNDIFOLIA – Pues claro, por cierto, pues claro que quiero saberlo todo. A pesar de que existen las explicaciones, los libros de texto, la televisión y todas las demás cosas prácticas y racionales, siempre falta algo para saberlo todo. Y ese “algo” que falta se encuentra repartido en todas las historias del mundo y en todas las palabras de esas mismas historias.
ESTRELLA – Pues sí, en la palabra de las historias. Porque no es lo mismo un cuento escrito que un cuento dicho, narrado de viva voz. Por eso las bibliotecas ahora están más vivas que nunca, porque han creado un lugar no sólo para la palabra leída sino también para la palabra vista y escuchada. Las palabras se hacen visibles, toman cuerpo cuando alguien las dice.
ROTUNDIFOLIA – ¿De cuántas maneras se puede escribir la palabra “hola”? Pues sólo así: h o l a. ¿De cuántas maneras se puede decir “hola”? Millones, trillones. Cada persona del mundo a cada instante de su vida lo dice de forma diferente a personas diferentes y en situaciones diferentes. Ese es el sentido de la interpretación y la recreación de la palabra. La palabra “hola” está viva cada vez que la digo porque yo soy cambiante, estoy viva y llena de…
ESTRELLA – No me lo digas: imaginación.
ROTUNDIFOLIA – Pues sí, te-la digo y te-la repito. Cada palabra tiene tela de posibilidades expresivas y creativas. Una historia oral es una señorita muy señoreada que te invita a su casa y siempre está empapada… de imaginación.
ESTRELLA – A mí personalmente me encanta explorar y profundizar en las posibilidades creativas de un cuento desde la palabra y hacia la palabra. Porque a cada historia continúo preguntándome lo mismo que cuando empecé a contar: ¿Cómo cuento este cuento hoy?
ROTUNDIFOLIA – Es curioso, pero yo también me hago lo misma pregunta a cada vez. Sin embargo, el cuento es algo más que expresividad.
ESTRELLA – Tienes razón. De alguna manera, al contar no sólo revivo en mí a la artista, la buscadora de expresividad, sino también a la madre, es decir, a mi parte más acogedora y afectuosa. Por esta sencilla razón considero que, si así lo desean, una madre y un padre pueden ser los mejores narradores de cuentos del mundo para sus hijos ¿Por qué? Pues porque son su madre y 1 su padre. Sin lugar a dudas: por encima de la técnica se encuentra el afecto.
ROTUNDIFOLIA – Para mí la cosa más hermosa de contar cuentos ocurre cuando, al acabar de contar, se acercan los niños y las niñas a darme besos y abrazos. Confieso que se me han saltado las lágrimas de la emoción muchas veces. Esas conexiones de afecto que establece la palabra no pueden ser explicadas con palabras.
ESTRELLA – Paradoja de las paradojas. La palabra está emparadojada, ¿quién la desemparadojará?
ROTUNDIFOLIA – Y el colmo mágico se produce cuando al final del cuento alguien se acerca y pronuncia la palabra “gracias”, así, sin que haya mediado ninguna petición previa por nuestra parte.
ESTRELLA – Cuando en realidad es el narrador quien tiene motivos para dar las gracias a los oyentes. Porque esa es la esencia de la palabra viva: la mitad del sentido lo pone el que habla y la otra mitad, quienes escuchan.
ROTUNDIFOLIA – Es verdad, mis historias siempre las “encuento” en la mirada de los oyentes…
ESTRELLA – De cualquier manera, esas gracias desinteresadas que recibimos y que llegan directamente al corazón, nos hablan de lo mucho que se da y lo mucho que se recibe cuando contamos cuentos.
ROTUNDIFOLIA – La palabra responsabilidad es un poco seria, pero me parece apropiada para lo que dices.
ESTRELLA – Pues sí, desde mi punto de vista, ser consciente de ello, de que muchas orejas penden de nuestra boca, me pone contenta, no me pesa, ya que lo veo como un inmenso privilegio del que hay que hacer uso con sabiduría y respeto.
ROTUNDIFOLIA – De acuerdo, pero bájate del árbol interesante de las hojas responsables, que tú, con tal de no contestar a mis preguntas de más arriba, eres capaz de irte por cualquier rama. Contesta por lo menos a la última: ¿Qué cosas te gustan hacer?
ESTRELLA – A mí me gusta leer, contar, descifrar mensajes secretos, encontrar pequeños tesoros olvidados, cantar y desenterrar viejos cuentos, juegos, poemas, retahílas…
ROTUNDIFOLIA – A mí me gusta espiar a los pájaros, ver crecer a las flores, mirar hacia el sol con los ojos tapados, oler el mar. En fin, esas cosas tan importantes y necesarias de hacer para que el mundo continúe siendo un lugar tranquilo. Y porque alguien tendrá que seguir haciéndolas, digo yo.
ESTRELLA – Pues sí, querida Rotundifolia, alguien tendrá que seguir en las nubes para que los demás pongamos los pies en nuestra maravillosa Tierra. Por suerte, los cuentos son sueños. Figúrate, con todo lo necesitados que estamos de soñar.
ROTUNDIFOLIA – Bueno, los personajes de fantasía ya sabes que dormimos poco (con alguna salvedad como la Bella Durmiente, que era una pesada), tal vez porque somos seres soñados y en realidad vivimos cuando alguien nos sueña; así que de sueños andamos muy bien. Figúrate, yo sueño con que en el mundo no haya ni una sola niña, ni un solo niño que se sienta solo y tenga miedo…
ESTRELLA – Así como el inventor necesita imaginar y proyectar con anterioridad su invento para que se haga realidad, yo sueño con que las personas comprendamos de una vez que ese mundo mejor que tanto ansiamos empieza en nuestra imaginación. Y esa es la razón por la que los cuentos continúan siendo nuestra mejor escuela.