Los árboles mágicos

Cuento Final del Maratón de Cuentos 2015

En muchas tradiciones se habla de la existencia de los Ents, unas criaturas con forma arbórea muy parecida a la de los árboles que cuidan. Los lectores y lectoras de Tolkien seguro que los recuerdan como personajes de El Señor de los Anillos. Los Ents son pastores de árboles y fueron creados para defender a estos de las hachas de los hombres. Para persuadirlos y conseguir que se pongan en marcha, los Ents emplean un lenguaje muy extraño y difícil de aprender, entre otras cosas por la lentitud con la que deben pronunciarse sus palabras.

Este fin de semana en Guadalajara el tiempo se ha detenido y todos, grandes y pequeños, hemos sido de alguna manera pastores de árboles. Árboles y más árboles han poblado los rincones de este palacio, que se ha convertido en un verdadero bosque de árboles vivos.

Estos días hemos conseguido entre todos traer a este Patio de los Leones un inmenso bosque de historias que a su vez estaban llenas de árboles. Con ello nos han demostrado que pueden caminar, lentamente eso sí, pero caminar. Han llegado y nos han acompañado con su sombra y sus cuentos, mas ahora tienen que continuar su lenta marcha para volver a desperdigarse por el mundo.

Por eso, antes de que se nos pierdan completamente de vista, en este último cuento queremos deciros todos los árboles mágicos que cierran la lenta procesión que está a punto de esfumarse a la par que este fabuloso fin de semana de cuentos:

El Árbol Yeti, también conocido como el Abominable Árbol de las Nieves. Sus ramas están cargadas en invierno y en verano con una nieve perpetua dispuesta en todo momento a caer encima del incauto que se ponga debajo.

El Árbol Libro es un árbol en el que cada hoja, como su propio nombre indica, es la página de un libro. Este tipo de árbol en el que hoja a hoja se relata completo un libro prolifera en una región misteriosa de Asia donde los bosques se llaman bibliotecas y cada árbol es literalmente un libro. Leer un bosque es un sueño que solo se puede cumplir en este mágico lugar.

El Árbol Políglota. Este árbol conoce todos los idiomas del mundo pero lo cierto es que, a pesar de las insistencias de todo aquel que se pone bajo su copa, se empeña en hablar solamente el suyo, una especie de susurro que produce al compás del viento, y que nadie ha conseguido descifrar todavía. Sin embargo, también hay que decirlo, comprende todo lo que se le cuenta por lo que resulta un gran consuelo estar a su lado.

El Árbol de Navidad. Este es un árbol mágico muy extendido que florece a finales de diciembre. Se caracteriza porque sus frutos son bombillas de todos los colores, sus hojas suelen parecer de plástico y a sus pies proliferan paquetes envueltos en papeles brillantes. Árbol que simboliza la regeneración, estar a su lado alegra visiblemente el ánimo.

El Árbol Fantomas, también conocido como El Funesto Árbol del Desierto, es una especie rara y esquiva que habita en regiones arenosas. Cuando el viajero que camina entre las dunas lo ve a lo lejos y se dirige hacia él, este árbol, sin mostrar la más mínima consideración, desaparece.

El Falso Tugup de la isla de Manila, es uno de los árboles más fabulosos que existen, ya que da sombreros de paja perfectamente trenzados en distintas tallas.

El Árbol de los Deseos. Ponerse bajo su sombra y formular un deseo es el único requisito para que se cumpla al instante. Sin embargo, su mágico don no es muy apreciado, ya que nada más formularlo quien se pone bajo su copa se queda dormido durante cien largos años. Razón por la cual nadie garantiza que al despertar continúe apeteciéndole aquello que pidió tanto tiempo atrás.

El Árbol Camaleón. Esta es una especie de árbol mágico muy complaciente, ya que da el fruto que le gusta a aquél que se pone bajo sus ramas. Eso sí, la fruta que se desea hay que pedírsela en verso. Por ejemplo, si alguien quiere mandarinas las conseguirá diciendo:

Arbolito, mirandolino
color del sol, pirindola,
dame mandarinas dulces
en menos de un cuarto de hora.

¡Y funciona!

El Árbol ovíparo es un árbol que pone huevos en vez de frutos. Los huevos son de primera calidad, pero hay que tener mucho cuidado para recogerlos, pues son muy frágiles. Si se dejan madurar totalmente en el árbol, de los huevos no nacen pájaros como se ha creído siempre, sino árboles perfectamente formados pero muy pequeños que hay que transplantar cuanto antes. Estos huevos son ideales para tortilla, popularmente conocida como “de árbol”.

El Árbol de Galeano. Este árbol tiene un aroma de madera irresistible y su maravilloso olor obliga a dejar lo que se tiene entre manos y abrazarse a él al momento. El árbol una vez abrazado no suelta fácilmente. De hecho, su efecto de imán a veces ha creado verdaderas capas de gente abrazándose abrazando al árbol. El récord se recuerda un día de primavera en el que el grosor del abrazo era tan grande como un campo de fútbol.

El Árbol de Midas. Este magnífico árbol es de oro y tiene las hojas doradas y resplandecientes, si bien de algún modo inalcanzables. Aunque es un árbol chato que no supera la altura de un hombre, por lo que sus áureas hojas están al alcance de la mano, lo cierto es que cuando alguien arranca alguna, esta no tarda ni un segundo en marchitarse y pasar a convertirse en una hoja muerta normal.

El Árbol Sua, un tipo de naranjo cuyos frutos son del tamaño de melones pero más pequeños.

El Árbol del Amor. Este famoso árbol tiene la peculiaridad de que sus hojas saben dulces como galletas, pero mucho más ricas, y con una forma de corazón perfecta. Suele ser un árbol muy tímido y difícil de encontrar. Una vez que se prueban sus hojas, estas son tan deliciosas que se entiende perfectamente que tenga que esconderse para poder sobrevivir.

El Árbol del Chicle. Este fabuloso árbol consiguieron germinarlo todos los niños y niñas de un colegio. Cada uno se llenó la boca de chicles a rebosar y luego juntaron los de todos en una bola gigantesca que usaron como semilla y que enterraron en el patio. Tras largos y amorosos cuidados, por fin creció este árbol curioso, pero por lo demás extremadamente peligroso: si te acercas y lo tocas te quedas pegado a él. Sin embargo esto nunca ha ocurrido, pues como todo el mundo sabe, los niños y las niñas no son tontos y si bien lo miran llenos de orgullo, procuran hacerlo desde lejos.

El Árbol que Canta. Este árbol existe, pero nunca como ejemplar solitario. Se conoce porque forma parte del Jardín de los Árboles que Cantan. Estos árboles son maravillosos: tienen rosas y flores de todas las clases en cualquier época del año, su altura supera la de los cipreses y cantan sin parar. Sus melodías son tan sublimes que una vez que se entra en el Jardín ya no se quiere salir de él nunca más, por lo que se puede decir que es como estar en el mismísimo paraíso.

El Talingham. Más conocido como el Árbol Orejudo, tiene orejas en lugar de hojas y escucha de tal modo -con tanta atención y respeto- que todo aquel que se acerca a él y le cuenta sus cosas sale aliviado y de un humor excelente. Se cuenta que es capaz de escuchar una tertulia tormentosa de más de treinta personas sin alterarse y dejarlas a todas en poco tiempo en el más apacible silencio.

El Silot, famoso porque sus semillas de color azul tienen dentro un trozo pequeño de cielo.

El Árbol Ralecaes. Este árbol es desmesuradamente alto y soñador, por lo que siempre está en las nubes. Y lo mejor de todo es que sus ramas se distribuyen en forma de escala por la que poder subir hasta el mismísimo cielo. Como es bien sabido, una vez que se pisan las nubes, encontrar palacios encantados donde poder robar alguna que otra gallina de los huevos de oro es pan comido.

El Árbol de la Risa. Se tiene noticia de un árbol que existió en una isla de la Polinesia llamada Cuinicuí que hacía disfrutar inexplicablemente a quien entraba bajo su fronda de hojas. Fue descubierto en el año 3000 antes de nuestra era y se le perdió la pista mil ochocientos años después, tras haber hecho la vida más fácil a unas cuantas generaciones de isleños. Desde entonces los hombres y las mujeres no paran de inventar teorías sobre los grandes beneficios de los árboles. En realidad, lo que no saben es que todos los árboles del planeta Tierra descienden de este benévolo ejemplar, el Árbol de la Risa.

El Árbol de los Zapatos. Hay una cosa que nunca se debe hacer al pie de un árbol: quitarse los zapatos. Y menos si es un árbol mágico Mocasín, la especie más comedora de zapatos que existe. Los come con la esperanza de salir andando, pero hasta la fecha nunca lo ha conseguido. Una variedad del Árbol Mocasín, el llamado Colgajo, gusta de orear los zapatos antes de comerlos y los deja colgados de sus ramas días y días. Todo hay que decirlo, un espectáculo en verdad digno de verse.

El Árbol de los Arrullos. Este árbol solo prospera en terrenos de la imaginación. Sus raíces sobresalen de la tierra y están recubiertas por una magnífica colcha de retales de colores. Cuando alguien está afligido, solo tiene que agazaparse entre sus raíces, que lo acogerán como si de un abrazo se tratara y lo taparán con la colcha mientras sus hojas canturrean suavemente un ensalmo. ¿Hace falta insistir sobre el efecto benéfico de este árbol? Por lo demás, decir que su especie está muy extendida y que para poder disfrutar de un Árbol de los Arrullos propio solo es preciso imaginarlo.

El Árbol del Viajero de Madagascar que, como todo el mundo sabe, da agua potable. El Árbol Nonoc. También conocido como Volador, que no crece en la tierra sino en el aire. ¿A quién no le gustaría un mundo de árboles horizontales dispuestos para ser montados como si fueran caballos? Estos árboles mágicos existen, pero son escasos. Una vez que sienten la montura en su tronco salen raudos volando y dan la vuelta al mundo -para delicia del pasajero- hasta posarse al fin en una isla absolutamente desierta. Sí, desierta. De lo que se concluye que a no ser que se sea un solitario empedernido, mejor buscarse buena compañía antes de iniciar el fabuloso viaje.

El Árbol Nodriza. Este maravilloso árbol cobija a los niños y niñas que por unas u otras razones nunca llegaron a nacer. Sus hojas son enormes y semejan una pequeña cuna, de cuyo extremo gotea un rico jugo blanquecino semejante a la leche. Aunque muy poca gente lo sabe, estos niños y niñas del Árbol Nodriza sostienen la pureza del mundo con su sueño inocente. Y algún día poblarán la Tierra.

El Artocarpues, por desgracia, es un árbol único que se esconde entre las brumas de la selva amazónica. Lástima que no se conozcan otros ejemplares, pues sus frutos son hogazas de pan recién cocidas.

El Buai, es el increíble árbol que en vez de frutos da piedras y que, entre otros aprovechamientos, se utiliza en construcción.

El Pao de Ferro, una especie muy apreciada por los portugueses e imposible de talar. Su tronco se suele utilizar como tranquilizante: el aquejado de una rabia furibunda puede acercarse a este árbol y propinarle cuantas patadas y puñetazos le apetezcan con la seguridad de que no le harán el más mínimo daño.

Y por último, se cierra el cortejo de todos estos árboles mágicos con el famoso Árbol Infantado, también conocido como el “Arriacenses Gigante”, que no muere jamás y cuyas hojas cuando caen al suelo echan a andar y se van a descubrir el mundo.

Tras este último árbol también marchamos nosotros y nosotras convencidos de que en él se refleja el espíritu de este Maratón de Cuentos.

¡Que todas las historias oídas y contadas se esparzan como lo hacen las hojas y las semillas de los árboles, que sus palabras inunden nuestra ciudad y el mundo! ¡Y que su espíritu de comunicación y vida nos acompañen hasta el año que viene!

¡VIVA EL MARATÓN DE LOS CUENTOS DE GUADALAJARA!